¿Por qué escribir sobre el humor en terapia?
Cuando he preguntado a las personas y los grupos que he podido acompañar, sobre los aspectos de mi trabajo claves en su camino de transformación, la mayoría pusieron énfasis en mi sentido del humor. Lo interesante de esto es que, contrariamente a lo que pueda parecer, no hemos pasado una gran parte del tiempo riéndonos, de hecho, hemos llorado mucho más que reído, pero el humor ha sido uno de mis mejores aliados para enfrentar situaciones complejas y duraderas en el tiempo.
El humor en terapia no tiene buena prensa en algunas corrientes de la psicología. De hecho, en las carreras de psicología pocos profesores se atreven a profundizar sobre la importancia del humor en la terapia. Se ve como un simple recurso, un ornamento que se puede usar en circunstancias muy definidas para evitar ofender a la persona.
Sin embargo, los beneficios del humor sobre la salud se han estudiado desde hace miles de años. El término humor, se origina en la teoría griega de los 4 humores del cuerpo que regulan el estado de ánimo: la bilis, la flema, la sangre y la bilis negra. El humor del que hablamos corresponde al humor sanguíneo, frente a la tristeza de carácter bilioso, la cólera de carácter bilioso negro y el pensamiento de carácter flemático. Las virtudes de la risa sobre la salud se reconocen desde la antigüedad. No obstante, no se hace énfasis en el sentido del humor, que es lo que facilita la risa.
Y el sentido del humor dentro de todo…
El sentido del humor se define como el modo de presentar la realidad resaltando el lado cómico o ridículo de las cosas. Una de las formas de humor más conocidas se materializa a través del payaso o clown que celebra la tragicomedia del ser humano. Ellos representan el fracaso al cual estamos sometidos en nuestras vidas cotidianas y la posibilidad de reír de esa parte vergonzosa que todos tenemos: nuestras miserias. Por este hecho, los payasos tienen mala fama en la sociedad y no es de extrañar el hecho de ver personas insultándose, utilizando la palabra “¡payaso!”. Lo interesante es que justamente los payasos nos remiten a esta parte nuestra imperfecta, fracasada, que no entiende el mundo y no sabe hacer con ello. Nos remite a nuestra vulnerabilidad del niño o de la niña herida que busca aceptación. Alain Vigneau, uno de mis maestros, con el cual tuve la suerte de formarme, ha desarrollado toda una metodología de clown terapéutico donde tomamos consciencia de nuestras mentiras y del esfuerzo que empleamos para sostenerlas. Estas capas tienen su función y legitimidad, pero la herramienta del humor nos permite soltar a carcajadas y llantos estas corazas y mentiras que cargamos desde la infancia.
«La imaginación consuela al ser humano por lo que no es; el sentido del humor le consuela por lo que es.»
Francis Bacon.
¿Sirve entonces el humor en terapia?
El humor nos lleva a encontrar formas de hacer más sostenible nuestro sufrimiento y tomar distancia frente a las situaciones con las cuales nos identificamos. En terapia, el uso del humor no se trata de contar chistes o de ver el lado tragicómico de nuestros problemas. Se trata de ayudar a poner perspectiva a las situaciones y normas absurdas de nuestra sociedad, sobre las cuales nos hemos construido. El humor nos propone una salida a la autoexigencia y a la presión social frente a la que sucumbimos por miedo al rechazo.
Existen muchos tipos de humor y no todos convienen en el ámbito terapéutico, aunque esto sea debatible según la persona que llega a la consulta. El sarcasmo puede ser muy dañino, pero hay personas que buscan cierto tipo de confrontación y usan mucho sarcasmo en su forma de contar sus vivencias.
En mi experiencia, el humor es un aspecto que viene directamente de la necesidad de reírme de mis miserias, de las absurdidades con las cuales convivo en este mundo. Es una forma de romper con lo establecido y de entregar amor desde un lugar sutil donde el dolor ha tomado todo el espacio. El humor, nos permite sostener un derecho a la confusión, a la inutilidad profesional, a la inadaptabilidad social donde, durante un instante mágico, nuestras máscaras dejan de actuar. Estos momentos de fisura de estas máscaras son muy terapéuticos, porque desvelan una autenticidad profunda donde dejamos de identificarnos con ellas. De allí, se toma consciencia: “yo soy más que mis problemas”. Esa risa, muchas veces mezclada de llantos, permite acceder a un lugar auténtico, donde el peso de la existencia se hace menos doloroso y la fragilidad se puede entender y aceptar.
Es importante añadir que el humor en la terapia se basa en la empatía. Si no puedo empatizar con los sentimientos del otro a través de lo que percibo de él y de lo que percibo en mí, no habrá un auténtico vínculo emocional necesario para el humor. La base del sentido del humor es la empatía y la comunicación emocional auténtica.
El humor en la terapia es una herramienta fundamental de sostén y transformación en los procesos personales y grupales. Nos lleva al encuentro de nuevas formas de romper nuestras narrativas, a veces victimistas, narcisistas o enquistadas en el sufrimiento. Es un ir y venir que deshace, poco a poco, las corazas del corazón, donde podemos soltar la tensión física, mental y emocional que mantenemos en nuestros papeles cotidianos.
«Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo no gozo de buena salud», Woody Allen