Por Alain Mullenex.
Ya has decidido empezar un proceso psicoterapéutico, pero no sabes muy bien a quien dirigirte. Estamos viviendo una época donde sale una nueva terapia cada día y muchas personas atraídas a ser terapeuta.
Elegir su terapeuta o psicoterapeuta se ha vuelto una misión compleja similar a elegir su propia planta en la diversidad de la selva amazónica.
Existen 4 grandes corrientes de la psicología: el cognitivo conductual, el psicoanálisis, la humanista y la transpersonal, pero dentro de cada corriente existen también muchas ramas de un mismo árbol, por ejemplo: la terapia Gestält muy conocida en España está dentro de la psicología humanista y según quien la practique se va nutriendo de otras ramas y herramientas.
También existen multitudes de enfoques, técnicas y terapias. Desde las energéticas, cuánticas, bioneuroemoción, transgeneracional, florales, danza terapia, bioenergética, etc.
Hay miles de herramientas que te pueden convenir según tu visión del mundo, tu necesidad del momento y tu percepción sobre cómo resolver los síntomas que te han decidido a hacer algo al respecto (estrés, ansiedad, adiciones, crisis existencial, enfermedades crónicas, etc.). Lo importante es tener en cuenta que detrás de un síntoma hay todo un proceso mental, emocional, corporal y espiritual que se ha de esclarecer y que no existe ninguna terapia milagro.
¿cómo elegir el que te convendrá mejor?
Lo que importa al final, es la relación terapéutica que vas a desarrollar con tu terapeuta. Lo que se llama “vinculo terapéutico”.
La palabra vínculo proviene del latín “vinculàre” y significa atar o dotar algo de otra cosa. Toda nuestra vida está basada en sucesos que nos permiten generar vínculos de distintos tipos, desde el nacimiento estamos predestinados a construir un vínculo madre-hijo, y así sucesivamente a lo largo de nuestra vida, vamos construyendo vínculos de amistades, laborales, de relaciones de pareja por nombrar algunos.
Pero el “vínculo terapéutico”, se refiere a la relación entre ti y tu terapeuta en un contexto de psicoterapia. Tu terapeuta tiene que ser un canal o un facilitador del cambio que te has propuesto dar o que irás descubriendo a lo largo de tu proceso. Él tiene la responsabilidad de guiar un vínculo que permita la creación de una alianza entre vosotros dentro de un espacio seguro para realizar el trabajo terapéutico adecuado. La calidad emocional y relacional del vínculo es esencial para el éxito de la psicoterapia.
En este sentido, la creación del vínculo terapéutico dependen de ambas partes, puesto que el vínculo terapéutico está basado en una relación reciproca en donde se conjugan elementos de cada uno de los participantes.
La concepción del vinculo es muy diferente según las corrientes de la psicología. Por ejemplo, la relación entre paciente y el psicoanalista es muy “aseptizada y distante” en el sentido que no hay ningún contacto físico entre paciente y terapeuta.
La psicología humanista ha revolucionado la concepción del vínculo terapéutico integrando la empatía, la aceptación incondicional y la autenticidad. Se deja de hablar de paciente y la relación es con “un cliente”.
La psicología transpersonal con esta misma base va aún más allá hablando de “empagenia” para describir la fuente de la compasión como poder profundo del terapeuta de conectar más allá de la piel, de la mente, de la lingüística, de la historia personal o del presente individual.
Es una actitud de presencia y escucha que incluye una acogida incondicional del universo de la persona, consciente, inconsciente y trascendente. Ya ni se habla de paciente o cliente, pero de “actiente” (Magda Sole) porque el terapeuta acompaña una persona activa en su propio cambio y transformación profunda.
Por todas estas características, la primera cita es clave tanto para el terapeuta como para ti. Primero para entender si con toda la humildad tengo los recursos para acompañarte en esta travesía, y segundo, si tú te sientes en confianza y segura para compartir lo más precioso que tenemos: nuestra vulnerabilidad.