Meditación, Mindfulness y Terapia. Parte 1 de 3.

Meditación, Mindfulness y Terapia por Joan Serrat. PARTE 1 de 3.

En los últimos años se viene hablando cada vez más de Mindfulness y de sus grandes beneficios para la persona que lo practica. Se han multiplicado los artículos en prensa y publicaciones científicas. Los medios de comunicación de masas y redes sociales difunden con mayor o menor rigor. La oferta de formaciones, talleres y eventos se ha masificado. Mindfulness está “de moda”. Esta popularización ha traído en paralelo la crítica de algunos puristas defensores de la “Verdadera Meditación” que otorgan a Mindfulness el carácter de práctica descafeinada, desprovista de la autenticidad que hunde sus raíces en La Tradición Espiritual y que consideran que tiene como finalidad proporcionar a las personas potentes herramientas de desarrollo pero para ponerlas al servicio del Sistema: Mindfulness ayuda a ser más productivo, paliando los efectos perniciosos que habitualmente esto produce en las personas. Por último, observamos también la proliferación de estas prácticas desde una perspectiva de la intervención (psico) terapéutica, de manera que han entrado de lleno, de una u otra manera, en las salas de consulta. Una muestra de este interés creciente se pudo comprobar en los dos Congresos celebrados en Barcelona en 2014 y 2016 bajo el título de Terapia y Meditación en los que se reunieron centenares de profesionales con el objetivo de evidenciar las sinergias entre ambas disciplinas.

Vamos a hacer un repaso, a lo largo de tres publicaciones, de cada una de ellas y su interrelación.

Uno. ¿Meditación, qué Meditación?

Definición de Meditar como verbo intransitivo: “Orar mentalmente sobre algún tema religioso o trascendente”.

Escrito así, simplificando, parecería sencillo. Sin embargo, el término genérico de Meditación da cabida a un sinfín de prácticas utilizadas tanto en oriente como en occidente, desde muy antiguo y desde una gran variedad de tradiciones, con diferencias significativas entre ellas.  Veamos una muestra que no es exhaustiva, pero si significativa:

  • El Bhakti que es la modalidad hindú de la forma más popular de adoración. El Bhakti es la devoción a un ser divino. Su esencia es hacer del objeto de devoción el pensamiento central y mantenerlo continuamente en el primer plano de la mente, habitualmente mediante el canto o recitación de mantras.

  • El Taoísmo que es una filosofía china que data de la época de Lao Tsé y enfatiza el vivir en armonía con la naturaleza o Tao.  El libro principal del taoísmo es el Tao Te King y su antigüedad se remonta a 600 años A.C. Posteriormente algunas escuelas del taoísmo fueron influenciadas por las prácticas de meditación del budismo, llegadas de India. La principal característica de la Meditación Taoísta Wudang es su enfoque en la generación, transformación y circulación de la energía interior. El propósito es aquietar tanto el cuerpo como la mente y unificar el cuerpo con el espíritu. Esto a su vez da surgimiento a la paz interior y la armonía con el Tao.

  •  Los Padres del Desierto del mundo cristiano eran eremitas que habitaron el desierto de Egipto en el siglo IV de nuestra era. Sus prácticas de meditación y sus normas de vida, aunque inspiradas en Jesús y sus enseñanzas, guardan una extraordinaria similitud con las de algunas corrientes hinduistas y budistas. El Hesicasmo, como se ha conocido esta forma de meditación, desarrolla la fuerza de concentración y libera de los pensamientos, consiguiendo el meditador una mente silenciosa.

  •  El Sufismo que es la vertiente esotérica del Islam. La meditación principal entre los sufís es Zikr, que significa «rememoración», generalmente de un nombre de Alá. Al principio es una repetición oral y más tarde silenciosa. La Danza Sufí es la forma propia de Meditación y va siempre acompañada de un zikr que refuerza el efecto de la danza.

  • La Meditación Budista que es una de las prácticas esenciales en las enseñanzas transmitidas por el Buda Sidharta Gautama (IV A.C.). El significado del término MeditaciónBhavana  es «cultivo de la mente» y es por tanto una actividad que tiene como finalidad aumentar la comprensión y sabiduría, que son esenciales para la erradicación del sufrimiento. De la filosofía original budista surgieron diferentes escuelas y corrientes que desarrollaron sus propias formas y técnicas de Meditación. El Budismo Theravada, quizás el más representativo, hace hincapié en el análisis y descripción de los diferentes estados de meditación, enfatiza un camino progresivo de práctica, y el análisis y la sistematización de la experiencia es su característica principal. Para esta corriente existen dos componentes fundamentales en la meditación: Samatha (calma mental, tranquilidad) y Vipassana (conocimiento directo, visión). La finalidad es contemplar, observar, ver “las cosas como son”. De esta corriente surge, desde oriente hasta occidente, el actual Mindfulness.

Como conclusión, observamos que, a lo largo de los siglos, el ser humano ha buscado la Trascendencia, aquello que nos ayude a entender qué somos realmente, cual es nuestra esencia, recurriendo a explicaciones metafísicas y planteando la relación de lo humano con lo divino, organizando en muchos casos sistemas religiosos. Como resultado se han desarrollado múltiples formas y técnicas de Meditación. Se asocia meditación con virtud, meditación y sabiduría, meditación y oración (devoción), meditación y trance… Se puede practicar cantando, rezando, visualizando, bailando, adoptando posturas corporales concretas (asanas), caminando o simplemente estando sentados y respirando. Así que podemos plantearnos la cuestión de qué tienen en común todas estas prácticas diferentes. La respuesta nos lleva de nuevo a la definición original, algo ampliada: la Meditación es una forma de ejercicio físico, mental y espiritual que nos permite acceder a un tipo de estado (alterado) de conciencia que proyecta a la persona desde el ego hacia algo más trascendente y transpersonal. Es un camino hacia el desarrollo, la autorrealización, el crecimiento espiritual.

La última razón de ser de la meditación es la de transformarse a sí mismo para transformar mejor el mundo, desarrollar todo el potencial humano para servir con amor a los otros. La meditación permite dar a la vida su sentido más noble.

Ahora, si te apetece, te proponemos una práctica. Pinchando el siguiente enlace encontrarás la versión que Deva Premal grabó de un antiguo cántico devocional a Lakshmi, la diosa hindú de la abundancia. Son 108 repeticiones del mantra “Om Shreem Mahalakshmiyei Namaha”, cuyo significado, en una traducción no literal del sánscrito, podría ser: “Saludos a la gran diosa Lakshmi, personificación de la energía sustentadora”. Se aconseja cantarlo o recitarlo durante 21 días, especialmente ahora que estamos en la estación de primavera en que la vida se renueva. Para ello sólo necesitas sentarte en el suelo en postura de meditación o, si te resulta más cómodo, en una silla, manteniendo tu atención en el mantra. Al principio quizás te resulte complicada la pronunciación, pero no te preocupes con la práctica esta sensación desaparecerá. Recuerda que lo importante es la intención. Al acabar observa los resultados, ¿cómo te sientes ahora?

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